fachada colonial de finca la sala rodeada de tunas

Adobe y viñedos, una gloria de Tinogasta

Finca La Sala es una antigua casona de 1850. Un atractivo turístico de Tinogasta, ubicado en La Puntilla. Un lugar que marca la historia de un tiempo colonial que invita a recorrer la Ruta del Abobe y a disfrutar de su cultura.

Más allá de la Ruta del Adobe y las termas, Tinogasta ofrece lugares con historia, de un tiempo que se gestó entre viñedos, casonas y fincas antiguas de familias tradicionales que apuestan al turismo, como esta casona del Siglo XIX que nos ofrece un lugar soñado.

La Puntilla es casi el inicio de la Ruta del Adobe, un paisaje de viñedos y un camino que conduce a uno de los lugares más bonitos de Tinogasta, por su ubicación está cerca de diversos puntos turísticos; pero también invita a recorrer un lugar con historia, con una construcción que nos traslada a fines del 1800.

Entre cañizos y resabios de viejas edificaciones de ladrillos colorados, sobre la Ruta 60, La Puntilla posee fincas centenarias, que pasando el río Abaucán marcan un color distinto.

Los viñedos asoman vibrantes en verano y en otoño, con el sol intenso marcando el tiempo de las estaciones que forman un lugar único.

Su punto más emblemático, parada obligada de turistas, es La Sala, su fachada de ladrillos de adobe, con una puerta de cientos de años, es quizás el mejor lugar de Tinogasta para comenzar a recorrer y entender el culto a la vendimia, y una identidad marcada por la ruta inca del Perú; el recorrido del ferrocarril yel asiento de familias tradicionales en una época colonial que hicieron grande a Tinogasta.

Una casa de antaño

Luego de pasar por Copacabana, se llega a La Puntilla, se llama así porque este lugar es, en realidad, la punta del cordón montañoso que se desprende de Copacabana. A la vera de la Ruta Nacional 60 se observa imponente este Hotel Boutique ubicado más precisamente en el km 1315 y a tan solo 9km de llegar a Tinogasta.

La casa fue construida en el año 1850, por el Coronel Darío Figueroa que se casó con Macedonia Figueroa, él era oriundo de la ciudad de Salta, un coronel que peleó en las huestes del General Miguel de Güemes, allá en la Guerra de la Independencia.

“Tras la muerte de Güemes, el coronel Figueroa emigra a Tinogasta para evitar la participación en las guerras internas. Ya que ese ejército había quedado bajo las órdenes del coronel Vid”, nos relata Horacio Saldaño, su dueño.

Sus paredes de adobe, su arquitectura, dan cuenta del origen del lugar, que con su estilo neoclásico invitan a pasar. Ya sobre la Ruta se ve el frente rosado de la casona que se impone.

“Cuando llegamos a la casa, estaba bastante deteriorada, nosotros heredamos esta casa del Dr. Saldaño, familia de Horacio, de ahí nos pusimos en la tarea de restaurar, lo que nos resultó muy agradable pero costosa.

La casa está restaurada, nosotros no reciclamos, respetamos las aberturas originales, tampoco las pintamos, ni lavamos están como de antaño. El techo es de caña, barro y madera vara, son techos frescos y el adobe térmico”, cuenta Ana Saris, conocida por todos como Joyi, esposa de Horacio y juntos hacen la distinción de este emprendimiento turístico.

El matrimonio, después de varios años de vivir en otras provincias por cuestiones laborales, como muchas historias de tinogasteños que forman parte del éxodo, regresaron a sus orígenes por razones de “la vida misma”, como ella dice.

En Finca La Sala se conjugan la cultura, la historia, los sabores, la gastronomía, el paisaje y los colores que custodiada por los cerros al costado y por el río Abaucán, ofrecen un culto a la amistad y los sabores.

“Es un complejo turístico desarrollado a partir de 2010, cuando regresamos a Tinogasta. Si bien nosotros somos tinogasteños, por razones de trabajo hemos vivido en todo el país, ese cúmulo de vivencias y experiencias hicieron que podamos hacer de La Sala un lugar acogedor, diferente, tomando las ideas vividas en otros lugares”, describe Joyi.

Las habitaciones también están ambientadas en el siglo XIX, “hemos tratado de respetar en la decoración de la casa la época, es como adentrarse al 1850”, afirma.

Comida rica y un buen vino

Otro de los atractivos de La Sala es su conexión directa con los viñedos, son la postal directa de las parras del otro lado de la Ruta. Aunque el año pasado sufrieron un intenso incendio, estos eran racimos gigantes en sus distintas tonalidades y variedades de uvas.

El nombre del vino de la casa es “Alma de Adobe”, un Malbec con las típicas características de la altura, una cepa que se cosecha en las viñas de frente, es apreciado por su aroma y fortaleza. “Son vinos de altura, fuertes, muy agradables para degustar los sabores de Finca La Sala”, describe Joyi.

Hace varios años, La Sala fue distinguida por TripAdvisor, la plataforma de turismo más grande del mundo que ayuda a los viajeros a realizar una selección de acuerdo con clasificaciones personales, experiencias y recomendaciones.

“Comencé a cocinar después de dos o tres años de emprender las restauraciones. TripAdvisor fue el mentor de que continúe en esta tarea, nosotros no conocíamos de tal cosa y nos llegó un correo con un aviso donde nos felicitaban por la Excelencia de Finca La Sala, buscamos y se trataba de esto”, comenta Joyi, quien desde esa estrella se adentró por completo en la cocina.

Sobre el lugar, detalla que primero “surgieron los almacenes de artesanías y de regionales, pero como los viñedos abrevan de la misma tierra que se hizo la casa, decidimos generar “Alma de Adobe”, un vino sugerente que al turista de otras tierras le agrada”.

En cuanto a la gastronomía, el lugar ofrece comidas tradicionales, locro, humitas, algunos platos internacionales, vegetarianos y comida fusión para darle una característica de la zona adecuada al paladar del visitante.

Excelente parada

Hay una impronta familiar, que sellan el servicio que ofrece La Sala, atendida por sus propios dueños y una calidez en cada rincón de la casa, las plantas, la ambientación y el paisaje, suman puntos destacados.
El Hotel Boutique tiene 5 habitaciones, una tienda de artesanías de toda la provincia, con productos regionales, dulces y vinos también de la zona, además de aceites de oliva típicos de Tinogasta. Deleitar una pasa de uva o las aceitunas, son la excusa perfecta para quedarse.

Están a 280 km de la ciudad Capital de Catamarca, a 50 km de Fiambalá, se puede hacer Los Seismiles, la Ruta del Adobe, las Termas de Fiambalá, visitar La Aguadita, las Ruina de El Shincal en Belén; incluso cruzar hacia Chilecito, “es un punto céntrico que nos permite hacer una visita a distintos lugares de la provincia con lo cual tenemos una ventaja con el resto de las localidades de la zona”, señala Horacio Saldaño.

Un gigante que despierta

Finca La Sala es una propiedad de 70 hectáreas, caminando se puede llegar hacia el río Abaucán, Joyi y Horacio tienen como proyecto delimitar el espacio, para que los visitantes y huéspedes puedan adentrarse al parque nativo. “Hay muchas especies por recuperar, cuidar y proteger, ya que en la zona hay una depredación del algarrobo que la gente del lugar usa para calefaccionar. Queremos recuperar el bosque para que pueda disfrutarse”, dice Joyi.

Las caminatas te imbuyen en la serenidad del lugar y promueven el avistaje de la fauna autóctona. Transitar los parques y senderos cercanos a la pileta permite contemplar la belleza de la casa y el lugar.

Pero todo esto sucede cruzando La Cébila, lo que permite gozar de un viaje que anima el espíritu ante la imponencia de las montañas y cactus. Un sitio que imprime, como en la yerra, ánimo de volver o de quedarte.

Texto: Carolina Melnik – Especial para Revista Express

Link: https://www.elancasti.com.ar/revista-express/2021/8/8/adobe-vinedos-una-gloria-de-tinogasta-472124.html

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